Capitulo 10 - Deus ex machina

TOMO 2: SANGRE
5. DEUS EX MACHINA

La actividad volcánica que se había manifestado en diversos puntos del mundo comienza a retraerse y contenerse.

Los Guerreros Hyôga de Cisne y Shiryû de Dragón retornan respectivamente a Siberia Oriental y a Rozan para recuperarse de sus heridas.
Ikki de Fénix, quien salvó a sus hermanos en la “Morada de Typhoeus”, desaparece nuevamente hacia algún lugar desconocido.

Seiya permanece con Shun en el Santuario.

El Odeón, teatro a cielo abierto situado en una colina al noroeste de la Acrópolis, con capacidad para seis mil personas, recibe esta noche al teatro clásico griego. La pieza a ser interpretada es nuevamente la Trilogía Orestiada, de Esquilo.

Orestes, el matricida, hijo de Agamenón, Rey de Micena – asesinado por su esposa, la Reina Clitemnestra, por haber ofrecido a su hija en sacrificio para vencer la Guerra de Troya, un crimen hediondo y trágico. Perseguido por las temibles diosas de la venganza, las Erinias.

Condenado a la locura y forzado a años de vida errante, Orestes nuevamente consulta al Oráculo de Delfos y, siguiendo sus ordenes, se somete a juicio en Atenas, por el crimen del matricidio.

La diosa de la guerra y la sabiduría, protectora de la ciudad de Atenas, preside el juicio del cual participan las denunciantes, las tres diosas de la venganza y el defensor, Apolo, dios de Delfos. Otros importantes dioses descienden a la Tierra para asistir a la sesión.

Los votos de los jurados se dividen en números absolutamente iguales entre los que pedían la condenación y la absolución. No obstante, gracias a la espectacular defensa del articulado Apolo, la diosa virgen Athena da el voto de desempate a favor de la absolución de Orestes.

Insatisfechas, las diosas de la venganza aún intentan perseguirlo, pero Athena interviene a su favor. Orestes es finalmente libre de la locura de su crimen. Fin.

- Grandioso!! – Shun está impresionado con la presentación – Puedes despertar, Seiya.
- Hummmm... Ahh, acabó? – El Santo de Pegaso bosteza levemente.
- Qué te pareció?
- Perfecto!! – Seiya está claramente mintiendo.

“Perfecto, pero durmiendo todo el tiempo...” piensa Shun, levantando los hombros.

- Fue perfecto, pero la próxima vez me invitas a asistir a una pieza más divertida.
- La próxima, va a ser una comedia.

Los dos Santos respiran hondo el aire nocturno y miran hacia el cielo, aún opaco por causa de las cenizas esparcidas por el dios de los Gigas.

- Aún va a llevar un buen tiempo para que desaparezcan los efectos de las cenizas de Typhon...

- Tú eres un “dios por medio de una máquina” – Dice Mei

Los dos escudos laterales de la Cloth de Cabellera de Berenice lanzan centenas de millares de hilos cortantes. Poco a poco, los escudos en forma de lágrimas pierden la forma. Los brazos, el pectoral, todo el Traje Sagrado se está deshaciendo.

Los hilos cortantes se mezclan con las tinieblas del gigantesco espacio vacío del Templo Subterráneo, rellenando el espacio como un capullo de un bicho de seda. Typhon está aprisionado, suspendido en el aire por los hilos que atraviesan todo su cuerpo.

- El tiempo se detiene – declara Mei – O la sangre de tiempos antiguos de Athena, amalgamando el Traje Sagrado. O entonces las estrellas.

Este ya no es el Templo dos Gigas. Es el Templo del Sello de Athena.

- La prisión del Templo Estancado. Typhon, yo soy el sello.

El “Capullo del Tiempo” que envuelve a Mei y Typhon es el lacre de tiempos inmemoriales de Athena.

- Tú, me sellarás? – Duda Typhon, burlándose – Por cuanto tiempo un humano frágil como tú podrá detenerme? Cien años? Mil años? Diez mil años? Para mí, para la Voluntad Divina inmortal, eso no pasará de un breve momento, un cerrar de ojos.
- Un breve momento. En este calabozo en el vacío entre Gaia y el Tártaro. Vamos a pasar este momento eterno juntos cayendo en este abismo.
- Que sean cien años, mil, diez mil. En algún momento este “Capullo del Tiempo” se romperá. Entonces mi voluntad estará libre. Y, cuando ese día llegue, aunque el Traje Sagrado bañado con la sangre de Athena aún esté por aquí, tú, que ya estás muerto en esta encarnación, ya no estarás más.
- Es el destino
- Un destino mezquino.
- Las estrellas no se olvidan – Es el deseo de Mei – Basta que haya paz sobre la Tierra como prueba de que los Santos vivieron.
- Por qué me contradices?
- Typhon, Deus Ex Machina, fuiste tú quien empezó la conversación primero. Fuiste también el que dijo que no necesitaba razones. Por eso, esta es la Gigantomaquia. Esta es la batalla que no tiene sentido dejar en la historia.
- Entonces... dormiré por un breve instante de un cerrar de ojos.

En ese instante, una estrella más se desgarra del firmamento y cae.

Es de noche en el Santuario. En la cima de la montaña, está el más límpido Templo de Athena.

La doncella de cabellos agrisados, elegantemente vestida con un vestido blanco, está de pie en el punto más alto de la Región Sagrada. Su cuerpo y su espíritu fueron confiados a la bóveda celeste, recipiente del universo.

- Si ese es mi destino... – Athena mira hacia las estrellas.

Toma las nostálgicas memorias que derrama de su corazón y las levanta cariñosamente hacia el firmamento, donde debería estar la constelación sin estrellas.

- Yo haré mi papel. La voluntad de Athena.

Es lo que debe hacer, por el Amor y por la Justicia sobre la Tierra.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

so much feels

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